Cristina Hernández Herrera
Hospital Universitario Virgen del Rocío, Sevilla; R2
crisherher25@gmail.com
Título de la revisión: Documento de consenso sobre el traumatismo craneal pediátrico en casos de abuso infantil.
Artículo original: Choudhary AK, Servaes S, Slovis TL, Palusci VJ, Hedlund GL, Narang et al. Consensus statement on abusive head trauma in infants and young children. Pediatric Radiology. 2018; 48:1048–1065.
DOI: doi.org/10.1007/s00247-018-4149-1
Sociedad: Society for Pediatric Radiology (@SocPedRad)
Palabras clave: Abusive head trauma, child abuse, children, computed tomography, consensus statement, infants, magnetic resonance imaging, mimics, unsubstantiated theories.
Abreviaturas: Traumatismo craneal por maltrato (TCM).
Línea editorial del número: En el presente número de la revista Pediatric Radiology se presentan varios artículos dedicados al abuso infantil y el síndrome del niño zarandeado, probablemente por el aumento en la relevancia tanto legal como mediática del tema. También destaca una separata dedicada exclusivamente a la RM pediátrica, desde el mediastino hasta el estudio de la enfermedad inflamatoria intestinal.
Motivo para la selección: El abuso infantil comprende un amplio abanico de entidades, que abarcan desde el maltrato físico y sexual hasta el acoso psicológico. Es una entidad con una importancia creciente por sus repercusiones legales y mediáticas, con la que los radiólogos no nos encontramos especialmente familiarizados. Sin embargo, tenemos mucho que decir al respecto y nuestro trabajo puede ser determinante en determinadas ocasiones.
Resumen del artículo:
El traumatismo cefálico pediátrico de etiología no traumática, con origen en el abuso, del que hablaremos como traumatismo craneal por maltrato (TCM), es la primera causa de daño craneal fatal en niños menores de 2 años, causante de hasta el 53% de los daños encefálicos mortales en este rango de edad. Su diagnóstico es complejo, tanto como por las diferentes etiologías que pueden producirlo y que han sido ampliamente discutidas, como por las importantes repercusiones que conlleva y requiere por lo tanto un abordaje multidisciplinar. Desde el punto de vista clínico, no existe un daño único que sea diagnóstico y éste debe basarse en el solapamiento de datos de la anamnesis, analíticos y de imagen.
Este documento supone un consenso llevado a cabo y apoyado por múltiples entidades internacionales con un peso importante en la Radiología Médica, tales como la Sociedad de Radiología Pediátrica, la Sociedad Europea de Radiología Pediátrica, la Sociedad Americana de Neurorradiología Pediátrica y otras muchas más.
Su objetivo fundamental es revisar y sintetizar la literatura existente sobre el tema y aportar un documento basado en la evidencia con peso científico suficiente como para reducir la confusión al respecto y ayudar en la toma de decisiones tanto desde el punto de vista médico como legal.
Se considera que en la actualidad el término TCM es el más apropiado para describir las lesiones intracraneales y/o asociadas con daño espinal, aceptando que el mecanismo de producción puede ser zarandeo con o sin impacto directo, dejando en segundo plano el término “bebé zarandeado”. Queda patente que la “triada clásica” consistente en hemorragia subaracnoidea, hemorragia retiniana y fractura costal, no debe usarse para determinaciones legales, ni para confirmar ni para descartar un TCM, ya que en muchos casos donde existe abuso infantil real no se encuentran presentes los tres elementos. No existe ningún hallazgo ni dato médico aislado diagnóstico de TCM. El daño intracraneal reconocido más frecuente en estos casos es la hematoma subdural, producido por mecanismos de aceleración/desaceleración y/o impacto directo, que en pruebas de imagen suele encontrarse en forma de sangrado en diferentes estadíos evolutivos. Le siguen en frecuencia la hemorragia subaracnoidea y el daño intraparenquimatoso, que si bien es mucho menos frecuente, se trata de la principal causa de mortalidad en el TCM. El daño medular es más complejo y de difícil diagnóstico, comprendiendo desde el hematoma intradural hasta el daño axonal difuso. El daño intracraneal aislado es raro y suelen encontrarse otros hallazgos en la exploración física; en su mayoría suelen tratarse de datos inespecíficos y en los que se debe hacer especial énfasis en la historia clínica, buscando datos incongruentes y/o sospechosos. Sin embargo, existen algunos signos altamente sugestivos de abuso infantil, como la hemorragia retiniana o ciertos tipos de fracturas.
Por otra parte, ante la sospecha de TCM, se debe hacer un despistaje de causas médicas que puedan justificarlo, como ciertas discrasias sanguíneas. También está indicada la realización de un mapa óseo en todos los niños menores de 2 años, para el despistaje de fracturas.
En último lugar se reconoce que tras un diagnóstico médico multidisciplinar, los servicios hospitalarios deben ofrecer a las familias un asesoramiento completo, intentando minimizar el impacto en la vida del menor.
Valoración personal:
Se trata de un documento muy completo y con una revisión muy detallada de la literatura existente, llevada a cabo por numerosas entidades internacionales con gran peso en la Radiología Pediátrica. Las conclusiones se presentan de manera muy clara y creo que puede ser de gran ayuda no sólo a la hora de abordar los complejos casos que se plantean en el día a día, sino para servir de apoyo médico legal. Me gustaría que se hubiese añadido algún diagrama con el protocolo de actuación ante la sospecha de TCM ya que haría que el texto fuese aún más completo.
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