Artículo original: Argyropoulou MI et al. Pediatric minor head injury imaging practices: results from an ESPR survey. Neuroradiol. 2020;62:251–255.
DOI: https://doi.org/10.1007/s00234-019-02326-6
Sociedad: European Society of Neuroradiology
Palabras clave: Minor head injury, CT, children, survey.
Abreviaturas y acrónimos utilizados: ESPR (European Society of Pediatric Radiology), RM (resonancia magnética), TC (tomografía computarizada), TCE (traumatismo craneoencefálico), TCL (traumatismo craneoencefálico leve), PECARN (pediatric emergency care applied research network), CATCH (canadian assessment of tomography for childhood head injury), CHALICE (children’s head injury algorithm for the prediction of important clinical events), NOC (New Orleans criteria), NICE (national institute for health and care excellence).
Línea editorial del número:
La revista de Neuroradiology, de publicación mensual, nos presenta en este número 14 artículos, todos ellos sobre neurorradiología diagnóstica. Destaca la patología cerebrovascular como tema más recurrente. Entre otros artículos, llama la atención un artículo sobre el empleo de la inteligencia artificial para el triaje con TC craneal.
Motivos para la selección:
El motivo de la selección es el incremento de solicitudes de TC craneal en población pediátrica, en el contexto del traumatismo craneoencefálico. Muchas veces los motivos de petición no siguen las recomendaciones de las guías, lo que puede conllevar un aumento no justificado de la exposición a la radiación. Además de conocer las guías, es importante conocer cómo se llevan a la práctica, por lo que me ha parecido interesante valorar los resultados de este estudio.
Resumen:
Recientemente el empleo de TC craneal para el traumatismo craneoencefálico leve en niños ha aumentado, a pesar de su baja rentabilidad diagnóstica. Esto conlleva aumento de la exposición a las radiaciones ionizantes, con incremento en el riesgo de aparición de tumores. La incidencia de cáncer es un 24% más frecuente en población pediátrica previamente expuesta a TC.
Los autores han diseñado un cuestionario con el objetivo de conocer cuál es la práctica habitual en el traumatismo craneoencefálico leve (TCL), entre los radiólogos de la ESPR. La encuesta es anónima y tratan los siguientes temas: información demográfica, estatus laboral, años de experiencia, media de TC a la semana en pacientes pediátricos con traumatismo craneoencefálico y la media en pacientes con TCL. Además, se incluyen preguntas sobre el conocimiento de las guías actuales de TCE pediátrico (PECARN, NICE, CATCH, CHALICE y NOC), si disponen de protocolos específicos de adquisición en población pediátrica y si emplean sistemas de radioprotección. Por último, se incluye una pregunta sobre si la indicación de la prueba era fruto del consenso con el médico peticionario y otra sobre el empleo de la RM. Los resultados se analizaron con estadística descriptiva.
La participación fue del 18.4% (87), en su mayoría facultativos a tiempo completo, con una experiencia de más de 20 años, perteneciendo a un hospital pediátrico. La media semanal de TC en paciente pediátrico con TCE era menor de 5 en un 45.9% de los participantes, mientras que en el caso de TCL, era menor de 5 en un 69.4%. La mayoría conoce las guías NICE (73.8%), con la pérdida de conciencia, vómitos excesivos y crisis convulsivas, como motivos de petición más frecuentes. Aproximadamente el 58% de los participantes emplean métodos de radioprotección y hasta un 67.4% emplea protocolos específicos para población pediátrica. Aunque el 68.6% disponían de RM, el 70.6% no la emplean para el diagnóstico de TCE. Por último, hasta en un 79% de los encuestados, la decisión era fruto del consenso entre especialistas.
Debido a la alta frecuencia de TCE en población pediátrica (en EEUU se estima que hay medio millón de casos al año entre los 0-14 años), los facultativos de urgencias deben tratar de detectar aquellos TCE graves y al mismo tiempo limitar el empleo de radiación ionizante en aquellos pacientes con TCL, además de otras cuestiones como el riesgo de la sedación, la espera en urgencias y el coste. Entre los niños con TCL, sólo el 4% tienen un TCL clínicamente significativo y apenas el 0.6% requiere intervención quirúrgica. El empleo de las guías previamente mencionadas, ha demostrado una disminución del número de TC en pacientes con TCL.
Los resultados de la encuesta, pese a una baja participación, indican que se debe reforzar el conocimiento de las guías, la toma de decisiones conjunta y el empleo de protocolos de adquisición y radioprotección específicos para población pediátrica. Así mismo, se debe considerar la posibilidad de empleo de RM en aquellos pacientes con TCL que requieran controles por imagen.
Entre las limitaciones del estudio, se encuentra la baja participación y un probable sesgo de selección, dado que la encuesta se dirigió a radiólogos de la ESPR.
Valoración personal:
En mi opinión es un artículo que merece ser comentado, aunque sea en una conversación de pasillo. Tiene muchas limitaciones como la baja participación y un sesgo de selección, pero muestra resultados bastante interesantes desde el punto de vista de la práctica diaria. Pese a que la mayoría de los participantes pertenecen a centros pediátricos, los protocolos y seguimiento de las guías no es concordante, lo que demuestra que todavía hay mucho por mejorar en la aplicación de las guías y en la radioprotección de la población infantil.
Celia Astor Rodríguez
Complejo Hospitalario Universitario de Toledo, R4
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